David Johnson y Roger Johnson definen el Aprendizaje Cooperativo en el aula como: “El empleo didáctico de grupos reducidos en los que los alumnos trabajan juntos para maximizar su propio aprendizaje y el de los demás”.
El AC se incluye en el trabajo en grupo, pero va mucho más allá. Por eso adquiere un nombre distinto. A través de este tipo de aprendizaje, se adquirirán, por supuesto, los contenidos curriculares. Pero además, destrezas, hábitos y actitudes interpersonales y grupales.
Estas habilidades son necesarias para la cooperación, la comunicación, el procesamiento en grupo de la información o la gestión constructiva del conflicto. Los alumnos únicamente podrán conseguir el éxito si los demás también lo hacen.

En el MV realizamos grupos de cuatro o tres alumnos heterogéneos, donde cada uno se preocupa por lo suyo, pero también por los demás. El objetivo es que, juntos, puedan sacar el máximo de aprendizaje.
Esto nos lleva a la formación de roles para poder distribuir las tareas y las funciones: coordinador, secretario, controlador y portavoz.
Trabajamos distintos momentos dentro de cada sesión de cooperativo. Para comenzar, recordaremos conocimientos previos que nos sitúen en la sesión y nos ayuden a presentar los nuevos contenidos, para posteriormente procesarlos.
Finalmente, realizaremos una síntesis de la sesión.
Todo ello lo conseguiremos usando distintas estrategias, como puede ser el folio giratorio o los lápices al centro, entre otros muchos.
Educaremos a los alumnos en el ruido e iremos marcando tiempos para que las actividades y momentos sean más eficaces.
Desde que se comienza en el aula con el aprendizaje cooperativo, los alumnos conocen la manera en la que se les va a evaluar, para que sean conscientes de las actitudes en las que deben hacer énfasis.
La evaluación siempre irá encaminada a las actitudes necesarias para el trabajo cooperativo, tanto en el grupo, como de manera individual (responsabilidad, cooperación, materiales, cumplimiento del rol…), así como de los contenidos a adquirir.
Ellos mismos tendrán la oportunidad de conocer cómo trabajan y lo que han aprendido a través de la autoevaluación, pero también evaluarán a los compañeros a través de la coevaluación, lo que ayuda al grupo a ser consciente del trabajo conjunto que van realizando y la manera en la que trabajan.
Por último, realizaremos un producto final y una evaluación de los contenidos aprendidos.


Probablemente, nos surja la duda de por qué aprendizaje cooperativo y no trabajo en grupo. Pues bien, desde el colegio, creemos que el AC tiene un valor añadido, ya que nos ayuda a que nuestros alumnos sean personas creativas, autónomas y comprometidas.
Nos da la oportunidad de trabajar la inteligencia interpersonal, lo cual necesitarán en su vida diaria y cotidiana, más allá de sus años académicos.
No hemos de olvidarnos de que el AC nos ayuda a crear comunidad de aprendizaje, pues todos nos ayudamos, “juntos podemos, juntos mejor”.