La educación es siempre motivo de debate, y más en un mundo tan cambiante como el nuestro.
Las tecnologías y su avance son también motivo de debate y preocupación social hoy en día, y su incorporación a nuestra vida cotidiana está llena de potencialidad, sin duda, pero también de nuevos riesgos posibles.
Cuando juntamos ambas realidades, educación y tecnologías, es normal que tengamos dudas y que no nos salgan las cosas a la primera… Pasa a las familias, a los colegios, a los docentes y a los políticos… ¿Cómo resultará hacer un examen con iPads en un 4º de ESO? ¿Qué aplicación usamos? ¿Cómo corregimos? ¿Cómo devolvemos los resultados? ¿Cómo mejoramos?
Al final, hay que probar, ir lanzándose y explorar la potencialidad de la herramienta, que no vale para todo, ni quiere sustituir a una prueba escrita, ni tiene por qué hacerlo, pero que tiene también mucho que ofrecer a los alumnos.
El último informe de la OCDE a partir de las Pruebas Pisa refleja también estas dudas y titubeos al respecto de la incorporación de las tecnologías al aula, y señala con claridad que las tecnologías no son, por sí solas, garantía de mejora de la enseñanza. Observa, no obstante, lo que todos podemos intuir: que el acceso a las tecnologías desde el aula y desde el hogar permite mejorar los resultados; pero hace notar también que el abuso de estas tecnologías no es necesariamente bueno, especialmente si se hace sin planificación o sin el apoyo del docente.
Os recomendamos que echéis un vistazo a estas conclusiones parciales, y a la posición de España en lectura y resolución de problemas digitales.
De todas formas, esto ya lo sabíamos: las tecnologías no son más que una herramienta, que nos facilita la comunicación y la transmisión de información, pero que sobre todo nos abre a la ciudadanía del siglo XXI y a su peculiar problemática, y que nos permite en el aula la experimentación real y ágil, la manipulación, el trabajo y la visualización de aspectos que, sencillamente, ya no entran en la pizarra tradicional si no es de forma teórica.
Claro que podemos explicar el concepto de voltio con la tiza y la palabra, y resolver problemas de intensidad y potencia eléctrica, pues «siempre» lo hemos hecho. Pero sólo trayendo un voltímetro al aula podemos de verdad experimentar con ello, grabarlo y mostrarlo a los compañeros, pues la pizarra, aunque nos sigue siendo muy querida, no nos da para tanto…
Nadie pretende afirmar que el hecho de realizar una prueba de evaluación en un iPad garantice a nuestros alumnos superar los resultados PISA en competencia digital de Corea del Sur; ni que el hecho de utilizar y proyectar la actividad de un voltímetro baste por sí sola para formar a un ingeniero; ni que si le damos un voltímetro y un iPad a un niño de 6 años termine siendo capaz de diseñar un avión de pasajeros.
Pero sin duda pensamos que TOCAR un voltímetro, TENER un voltímetro, TRAER y USAR y MOSTRAR un voltímetro ayuda en todo esto, y no es en absoluto incompatible con explicar el concepto de voltio en la pizarra, porque lo que hemos hecho «siempre» está muy bien complementado con lo que «ahora» podemos hacer.
Pues vamos a ello!!!
🙂